lunes, 19 de julio de 2010

Dolor



Es duro, lo sabemos cuando ocurre. No sabía si lo haría por miedo a que me juzguen por frívolo o por no estar a la altura de las letras que escribir por y para ella. Mi mama murió. Fue el pasado 16 de junio tras 12 días de lucha. Saben que no es de mi agrado por lo general hablar de mi cosas privadas, pero es una madre y es lo más grande que una persona tiene en su familia. Es el alfa y el omega, la comprensión, el cariño y la entrega. 

Hace ya más de un mes que no escribo pero es evidente que quienes me conocéis sabéis el calvario que fue el mes de junio y lo que quedará el resto de la vida no tener a "La Conchi" con nosotros. Lo mejor es ver a todo el mundo que quiere a tu madre el día en que se va, de como te cuentan cosas que no sabes y como te sientes orgulloso de ser hijo suyo y de saber que tienes más camino que hacer con cierta actitud sólo por ella.
Con más fe o menos fe, todos perdemos a mucha gente en el mundo y con el tiempo, incluso nosotros también. No tengáis miedo, habrá algo o no, ya lo veremos, pero es más bonito y más comodo tener el amor de la familia y de Dios presente en nuestras vidas. Por muchos motivos lo sé y lo recomiendo para que viváis sin miedo y con cariño a la vida y a los vuestros como mi madre, Conchi, hizo con nosotros. 

A continuación os dejo las letras de obituario que mi hermano Paco escribió en Diario Córdoba: 



FALLECE CONCHI SANTIAGO, UNA VIDA ENTREGADA A LOS DEMAS

Hace algunos días nos dejó en nuestra ciudad un ejemplo de esposa, madre, amiga  y voluntaria y colaboradora en diferentes hermandadades, asociaciones  y organismos de nuestra ciudad. Se fue como siempre trabajaba, sin hacer ruido, pues lo que se pronosticaba como algo habitual en la medicina de nuestro tiempo, se tornó en un sin fin de complicaciones con trágico final.

Nacida en la Calle Manchado de nuestra capital, siempre estuvo vinculada a la Parroquia de San Andrés y desde temprana edad, fiel en su fe en María, heredando dichos preceptos pasaba temporadas veraniegas en los aledaños del Santuario de la Virgen de Linares ,de nuestra Sierra cordobesa rodeada de jaras y lentiscos y teniendo como confidente a la Virgen Capitana.

En nuestra ciudad, por vínculo familiar, estuvo muy unida a María Auxiliadora y los Salesianos hasta sus últimos días como Celadora de la Asociación de María Auxiliadora, desde donde hace más de 20 años trabajaba incansable en el ropero para personas necesitadas, preparando canastillas para los recién nacidos y las familias más desfavorecidas. También como Dama camarera de la Virgen de Linares haciendo durante toda su vida apostolado y difusión de la misma allá por donde iba.

Hermana, Camarera y Cofrade de la  Hermandad del Rescatado desde hace más de 40 años. Viviendo desde el mundo de las hermandades  su espiritualidad, y la entrega desde este movimiento de cara a los más necesitados.

Nunca tuvo nada suyo, siempre consideraba que al desprovisto había que darle más, y así lo manifestó hasta los últimos días de su vida. Suponemos que en un rincón de ese universo espiritual, muy cerca de los que siempre ha venerado, esté trabajando por los que en este plano continuamos, enviándonos fe y esperanza para hacer más liviana nuestra misión en este mundo. 



Gracias a todos por vuestro apoyo en estos momentos tan duros.



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