Ayer volví de una increible ciudad llamada Paris, Parigi, Pariz... La cosa es que alli me encontré de todo menos franceses, aunque también reconozco que los había, me relacioné más con la "nouvelle" de españoles e italianos artistas, pasando por los ordenados coreanos y los siempre prácticos alemanes.
Vamos que estuve con los Erasmus. Quien me iba a decir a mi, que después de tantos años infructuosos de estudiar francés, resulta que no me iba a hacer falta porque con el italiano el inglés y el español uno se basta y se sobra en la ciudad bohemia de Paris. El calificativo que le daría sería algo entre "eterna y chispeante". Llena de hipocresía y consumismo, pero a la vez cercana y recóndita en sus calles y rincones desde el barrio latino hasta el Sacre Coeur pasando como no por Clichy, Saint-Ouen (hogar de acogida) o el mismo rincón donde da pie la última etapa destino a los Campos Elíseos como es Antony.
Francia es Francia, y el parisino una especie aparte, "doy fe", que diría una gran seguidora de este rincón bloggero. Comunque que diría en italiano signficando un "de todas formas" en español, Paris es, sin saber como, una ciudad que embriaga y te acoge y que su vida y su "arte de baratillo" y refugio de soñadores te llama la atención.
Aquello no es lo que era, no será lo que fue pero al final es lo que es. Es la llamada capital del amor, del Seine, de los turistas, de los africanos que se hacen dueños de la calle, porque para ellos también significa Bohême, Paris es su hogar, cambian el idioma de los parisinos, pero al final, ellos son el futuro de esa ciudad que los acogió y que también en muchas ocasiones, los relega tras ese halo de fariseismo consumista que recogen sus brillos y boutiques.
Oh Paris, mon amour. Sei semplicemente bella, única e inmensa pero escondes la magia de la historia, la belleza de las mujeres que habitan en ti y el imán del joven que se imagina ser un Picasso huidizo o una joven Amelie que añora vivir una "Vie en rose".
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